flecha

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Indígenas de Argentina

Los indígenas de Argentina son el conjunto de individuos y pueblos amerindios que ya habitaban el territorio actual de Argentina al momento de su descubrimiento por los europeos en el siglo XVI,así como también sus descendientes actuales y pasados -mixogenizados o no con no indígenas- y aquellos de iguales condiciones que migraron hacia el territorio argentino a partir de ese momento. Estos pueblos o individuos son identificados comoindígenas, aborígenes u originarios, términos que han desplazado mayormente al de indios. Las personas que en el censo de 2010 se consideraron a sí mismas como indígenas o descendientes de ellos fueron 955032 constituyendo alrededor del 2,38% de la población total del país.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

La bandera de los pueblos originarios: Whiphala

Wiphala:

Uso y creación de la Wiphala

Se cree que fue creada hace más de 1000 años (algunas fuentes incluso señalan la posibilidad de que su creación date de hace más de 2000 años).
También se cree que la insignia era utilizada desde en tareas de agricultura hasta en ceremonias. Incluso, en Perú, se ha encontrado un objeto muy parecido a la actual Wiphala sobre una tumba de más de 800 años de antigüedad. Incluso se han encontrado insignias con los colores de la Wiphala pintados en una roca, tejidos y vasos en varias regiones de Bolivia, y se estima que esas obras datan de antes del siglo XV.
Una crónica colonial del siglo XVI señala el uso de una bandera por parte de los pueblos andinos pero no ofrece descripción de la misma. Algunas fuentes señalan la posibilidad de que se tratase de una wiphala.


De todas formas, los orígenes de la Wiphala siguen siendo inciertos, pero uno no puede dejar de preguntarse por esta bandera .




miércoles, 2 de noviembre de 2016

Este video explica la historia de los pueblos originarios


Si queres saber mas del tema mira el siguiente video:



Pueblo: Selk’Nam (Ona)


Antes de producirse la colonización de origen europeo, la isla de Tierra del Fuego estaba ocupada por
diferentes pueblos: los alacaluf, los yámana o qawéskar, los haush y los selk’nam. Fueron los yámana
quienes denominaron a estos últimos con el nombre que luego le adjudicaron los europeos: “ona”,
posiblemente, ‘hombres o pueblos del norte’. Los haush y los selk’nam presentaban aspectos
comunes, por lo que se los consideraba emparentados, pero los primeros se asentaban en el este de la
isla, mientras que su lengua presentaba diferencias con sus vecinos del norte.

Estos pueblos originarios representan la descendencia actual de los más antiguos pobladores de
América: fueron cazadores expertos que dominaron las técnicas para vivir en un medioambiente
extremadamente frío, con largos y rigurosos inviernos, pero extremadamente rico en especies
naturales, de las que extraían lo necesario para su vida social y ceremonial, estrechamente
relacionadas entre sí.

Pueblo: Aónikenk (Tehuelche)




La reconstrucción histórica del pueblo tehuelche, sus modalidades organizativas y
sus estilos culturales están actualmente en proceso de revisión por parte de los
estudiosos y de revitalización por parte de sus descendientes. Se trata de un caso
notable, ya que este pueblo y los colonizadores mantuvieron contactos muy
tempranos, que se hicieron especialmente frecuentes a partir del siglo XVIII,
cuando comenzaron a ser registrados en los documentos de época y, a través de
estos escritos, se acumuló información variada –y a menudo contradictoria– sobre
sus formas de vida.

Incluso el propio término “tehuelche” pudo haber sido históricamente impuesto por
otros pueblos, pero tal vez no fue la denominación que este pueblo adoptó para sí.
Se cree incluso que, bajo el término “tehuelche”, se designaba a grupos con cierto
parecido en algunas de sus costumbres o de su lengua, no obstante manifestar
también diferencias entre sí.

Pueblo: Mapuche


El pueblo mapuche comparte muchas de las tribulaciones que han sufrido y experimentan aún
los pueblos originarios cuyos territorios resultaron escindidos y fragmentados, como efecto de
la constitución de las fronteras de los estados nacionales, a lo largo del siglo XIX. Las
experiencias históricas y el modo de afrontarlas, sin embargo, varían en cada uno de ellos
conforme a sus particulares modalidades culturales y organizativas, así como a la índole de los
contendientes que han tenido que enfrentar.

El pueblo mapuche, cuyos territorios se emplazaban a ambos lados del sector meridional de la
cordillera de los Andes, aparece en los registros históricos de los conquistadores españoles
desde muy temprano. Fueron designados por estos como “araucanos”, a partir del nombre
dado por ellos a la región: Araucanía, o lugar donde abundan los árboles de araucaria,
pehuenes, en lengua mapuche.

Pueblo: Atacama



La ocupación territorial en la Puna de Atacama generó muy tempranamente pautas
organizativas especialmente adaptadas para desafiar los rigores del clima y las particularidades
medioambientales de la región. Los recursos propios provenientes del pastoreo (hilados,
tejidos y carnes) y la explotación de los yacimientos de sal constituyeron tradicionalmente el
bien de intercambio con otras localidades y pueblos.

Antes de la ocupación colonial, las caravanas o viajes de intercambio precedidos de rituales
propiciatorios se realizaban uniendo la puna con la quebrada de Humahuaca y a través de la
Cordillera hacia el oeste y el norte. Esa tradición continúa actualmente, pero debió sortear –y
aún lo hace– los impedimentos impuestos por la organización de las fronteras nacionales a
partir de la formación de los Estados como tales.

Pueblo: Kolla



La región que hoy delimitan las provincias de Salta y Jujuy exhibe una gran diversidad de
paisajes o regiones medioambientales denominadas puna, selva, y valles y quebradas. Desde
hace diez mil años y hasta el presente, fue ocupada por diferentes sociedades que llevaron
diversos estilos de vida. A partir del siglo XIII, puede distinguirse el surgimiento de
características locales muy expresivas, así como indicios de un intenso intercambio entre
localidades. La expansión del dominio inca sobre la región agregó un nuevo elemento de
complejidad, ya que esta gran extensión de tierra, designada como Kollaysuyo, fue ocupada
por nuevos contingentes de población que se sumaron a los residentes locales incorporando
sus propias modalidades urbanísticas y organizativas, sin reemplazar los estilos anteriores en
materia de urbanización, dirigencia política-religiosa y producción agroganadera, de pastoreo y
textil.

Pueblo: Omaguaca


La región de valles y quebradas que compone el noroeste argentino, y que se extiende con
independencia de los límites jurisdiccionales entre provincias, presenta una gran variación
ambiental y, consecuentemente, de los recursos productivos. Las poblaciones que se
asentaron allí se orientaron hacia la especialización interna y hacia el intercambio con
colectividades a veces muy distantes. En virtud de esos procesos especializados, fueron
desplegando modalidades culturales distintivas que se sintetizaron en identificaciones que los
singularizaban ante los restantes pueblos. Estas fueron registradas durante la expansión
colonial española e incorporadas como una de las claves para el control de las poblaciones
sometidas. Los nombres (o etnónimos) con los que nombramos hoy a estas colectividades
étnicas aparecen en las crónicas del conquistador español como una estrategia simbólica y
universal de la dominación colonial, para manipular y alterar las identificaciones de los pueblos
invadidos.

Pueblo: Diaguita


La región que hoy habita la población diaguita ha sido durante milenios el escenario de una
activa transformación social que continúa hasta el presente. La comprensión de los reclamos
diaguitas contemporáneos, el respeto a su identidad como pueblo y su derecho a disponer de
territorios propios, supone tener en cuenta algunos aspectos de esa larga tradición histórica de
ocupación y poblamiento regional. Se trata también de una región que ha sido objeto de
múltiples estudios y relevamientos arqueológicos, históricos y culturales, por lo cual la
información sustentada en material documental de variado tipo es extremadamente rica.

Las primeras evidencias de ocupación datan de diez mil años atrás, cuando grupos de
cazadores nómades se desplegaron en la zona. Hace tres mil años, sus descendientes u otros
pueblos comenzaron a explotar la agricultura y el pastoreo de animales, y a construir
ocupaciones permanentes. En las aldeas surgieron especialistas dedicados a la producción de
cerámica y el trabajo en metales. Probablemente, todos compartieran una lengua común con
variantes locales: el kakán.

miércoles, 26 de octubre de 2016

Pueblo: Ocloya



Como uno de los tantos pueblos que ocuparon porciones de la región de valles y quebradas del
noroeste argentino, los ocloya fueron antiguamente un pueblo dedicado al cultivo, al pastoreo,
a la caza y la recolección. Participaban activamente en los intercambios regionales que han
caracterizado el estilo de vida sudandino desde tiempos precoloniales, una práctica que,
adaptada a las cambiantes condiciones tecnológicas y políticas, continúa hasta el presente. Es
probable que el uso de la lengua quechua, practicada aún por las personas de más edad, haya
resultado como consecuencia de la dominación inca. La llegada de los españoles implicó la
imposición del uso del idioma castellano, del culto católico y de nuevas formas de organización
del trabajo combinadas con el despojo territorial y con la organización de la propiedad privada
sobre los antiguos territorios comunitarios indígenas.

El largo proceso de desarticulación de las organizaciones locales se profundizó con la
organización del Estado nacional, que proponía la universalización de la categoría de
ciudadano argentino (disolviendo las identidades preexistentes) a la vez que daba lugar a
formas de explotación de las poblaciones rurales totalmente opuestas a los proclamados
principios republicanos. La imposición de cargas (impuestos de arriendo o pasturaje) que
debían pagarse con dinero en efectivo empujó a estas poblaciones a las formas más crueles del
trabajo a destajo, desarticulando a los grupos familiares y condenándolos a la penuria.

Pueblo: Mbya Guaraní


Los pueblos Guaraníes, que los Mbya integran, tuvieron una amplia dispersión geográfica por
el subcontinente americano, especialmente en las regiones boscosas, cálidas o templadas,
bañadas por abundantes cursos de agua. Fueron alcanzados tempranamente por los frentes de
ocupación colonial portugueses y españoles. Sufrieron desde la primera mitad del siglo XVI la
“saca” de mujeres, llevadas para el cultivo o el servicio en las zonas controladas por la
colonización, el traslado forzoso y la esclavitud cuando fueron asolados por las expediciones
bandeirantes paulistas y la reducción misional. Esta resultó un refugio temporario contra las
formas de explotación instaladas por los anteriores, pero a condición de la renuncia a sus
creencias religiosas y a sus modalidades de organización social y política.

La inaccesibilidad de las regiones boscosas proveyó el refugio para muchas familias al menos
hasta la segunda mitad del siglo XIX. A partir de entonces, las recién creadas naciones
sudamericanas alentaron la explotación de estas zonas, ricas en maderas y yerba mate
silvestre, con la instalación de obrajes, el trazado de vías de comunicación entre poblaciones y
la creación de colonias agrícolas. Estos procesos fueron alcanzando progresivamente a los
Mbya, un pueblo transfronterizo que se distribuye en la franja litoral del Brasil y cuyos
territorios tradicionales forman una gruesa franja continua que también abarca la Provincia de
Misiones y el oriente del Paraguay.

Pueblo: Pilagá



Los pilagá constituyen un pueblo transfronterizo que ocupó los esteros del río Pilcomayo antes
de que constituyera el límite entre Paraguay y Argentina. Lingüística y culturalmente cercanos
a los mocovíes y a los qom (con los que comparten una lengua muy similar), aparecen
mencionados en mapas y documentos a principios del siglo XVIII. Como los anteriores, fueron
alcanzados por las políticas de pacificación por las armas y de evangelización, pero su
instalación definitiva en las localizaciones actuales se produjo al intensificarse la instalación de
núcleos de población regional, promediando el siglo XX, para la explotación forestal o la
ganadería extensiva.

La ocupación de los espacios pilagá obstaculizó sus actividades tradicionales por la destrucción
del medioambiente y la paulatina desaparición de las especies que constituían su alimento y
fuente de recursos en general. La dependencia progresiva del mercado de bienes
industrializados los obligó a incorporarse al mercado de trabajo que atraía numerosos
contingentes de trabajadores indígenas hacia los ingenios de Salta y Tucumán y, en menor
número, hacia otras actividades temporarias, tal como el tendido de las vías férreas entre
Formosa y Las Lomitas (de 1908 a 1915) y entre Las Lomitas y Embarcación, en la provincia de
Salta, entre 1928 y 1930.

Pueblo: Qom


La palabra “toba” que se ha aplicado al pueblo qom proviene de la terminología con que los
designaban los guaraníes, y posteriormente los españoles, quienes los denominaban también
“frentones”. Por su lengua y organización social, son mucho más parecidos a los mocovíes y a
los pilagá que a otros pueblos de la región chaqueña.

Fueron el principal objetivo de las campañas militares del siglo XIX y comienzos del XX,
tendientes a su pacificación y asentamiento en colonias y reservas. El final de estas campañas
militares marcó el inicio de su integración a la economía y a la vida regional, así como la
limitación del espacio que dominaban antiguamente. Fueron concentrados en reducciones y
misiones, controladas por el estado nacional y por la iglesia católica, y desde entonces
formaron parte de los contingentes de trabajadores que se enviaban periódicamente a los
ingenios azucareros de Salta y de Jujuy, así como al Ingenio Las Palmas, en la provincia del
Chaco. También fueron reclutados para los duros trabajos de desmonte de la empresa La
Forestal y de trazado del ferrocarril.

Pueblo: Guaraní




Se ha llamado genéricamente “chiriguanos” a los pueblos de habla guaraní que han ocupado
desde antiguamente (probablemente el siglo XVI y aún antes) la gran región de las laderas
boscosas orientales de la cordillera de los Andes, un territorio que hoy cae bajo la jurisdicción
de las repúblicas de Bolivia y Argentina. Hoy, se tiende a pensar que los habitantes de habla
guaraní constituían pueblos diferentes que compartían una misma lengua, aunque con
particularidades regionales. También se supone que muchos de ellos no eran de origen
guaraní, sino chané: un pueblo distinto que mantuvo, históricamente, estrecho contacto con
los guaraníes.

Desde tiempos recientes, estos pueblos se distinguen a sí mismos designándose como ava,
isoceños y simba. En Argentina, residen en las provincias de Salta y Jujuy –en zonas rurales o
urbanas– conformando grandes comunidades multiétnicas. Y mantienen contactos muy
dinámicos con sus pares en territorio boliviano, particularmente en las situaciones
organizativas y políticas contemporáneas.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Pueblo: Chané


Tal como los conocemos actualmente, los chané representan al conjunto de grandes
grupos familiares que, desde su origen, hablaban una lengua a la que se ha clasificado
como arawak –muy probablemente de origen amazónico–. Algunas de sus características
culturales que constituyen aspectos centrales de su identidad colectiva actual son
compartidas por muchos otros pueblos de las regiones boscosas y regadas por los mayores
ríos de América del Sur. En la terminología arqueológica y etnológica, esa gran región es
denominada “tierras bajas sudamericanas”.

Dos de esas características han sido destacadas por los chané que actualmente habitan en las
zonas boscosas y bañadas por abundantes cursos de agua de la provincia de Salta: el sueño
como estado del alma, en el que los chané se comunican con los espíritus poderosos del
mundo, realizan sus aprendizajes de lo sagrado, adquieren la sabiduría necesaria para curar,
reciben mensajes anticipatorios o advertencias por su mal comportamiento. El sueño, en fin,
no es mera ilusión, sino una situación de aprendizaje gracias al cual las personas pueden
volverse más sabias y poderosas.

Pueblo: Chorote


Este pueblo comenzó su contacto sistemático con la población no indígena apenas comenzado
el siglo XX; hasta entonces habían mantenido una relativa independencia en virtud de habitar
la región árida chaqueña, un territorio poco interesante para los primeros intentos de
colonización. Sin embargo, lo que para la población blanca parecía un ambiente hostil,
brindaba –a los chorote y a otros pueblos cazadores, recolectores y pescadores como ellos–
múltiples recursos de diverso tipo y motivo para el desarrollo de una concepción compleja
acerca de la condición humana, su relación con los elementos de la naturaleza y con lo
sobrenatural. Debe aclararse que esta distinción que acabamos de hacer (la humanidad, la
naturaleza, lo sobrenatural) no es significativa para la cultura chorote, en la cual estos tres
ámbitos están constantemente en relación, se interpenetran y actúan recíprocamente entre sí.
Y, como en muchas otras culturas, el saber progresivo sobre estos ámbitos y la posibilidad de
trasladarse entre ellos es fuente de poder para los más sabios, que son, frecuentemente, los
más ancianos. El poder se traduce, en parte, en la posibilidad de curar o de hacer daño y en la
capacidad para la profecía, propia de los aiewuj.

Pueblo: Nivaclé


El pueblo nivaclé, también conocido como chulupí, se movilizaba hasta muy recientemente en
las zonas áridas de la gran región chaqueña, en el espacio que en la actualidad está bajo las
jurisdicciones de Argentina, Paraguay y Bolivia. Como a tantos otros, la Guerra del Chaco los
obligó a buscar refugio en las zonas que quedaron fuera de la contienda, en la banda derecha
del río Pilcomayo. Allí actualmente se localiza una importante cantidad de familias en núcleos
de población, en los que conviven con miembros de otras etnias chaqueñas (chorote, wichí,
toba, entre otras) en las provincias de Salta y Jujuy.

El término nivaclé puede ser traducido como ‘persona’ y como ‘miembro de un pueblo’, y su
lengua incluye también posibilidades de que este signifique ‘auténticamente persona’ o, a la
inversa, ‘no totalmente persona’. Un término importante es ihavós, que podría traducirse
como ‘original o propio de un lugar determinado’ y que puede aplicarse tanto a los seres
humanos como a especies vegetales o animales. Esta palabra permite comprender al menos
dos aspectos del rico pensamiento nivaclé: que las distinciones entre naturaleza y humanidad
no son tajantes, de modo que los seres de uno y otro ámbito pueden comunicarse y hasta
transformarse en el otro; y que ha desarrollado una clasificación de los lugares y espacios de la
que se derivan muchas otras cualidades de los seres y sus relaciones recíprocas.

Pueblo: Tapiete


El pueblo tapiete propone una importante contribución al modo como se ha tratado, desde los
estados nacionales principalmente, la cuestión de los pueblos originarios. Por un lado, a la
pregunta: “¿Quiénes son los tapiete?”, estos podrían responder que los pueblos no “son” de
determinada manera fija y cristalizada, sino que “van siendo” en respuesta a los cambios
históricos, a las presiones que sufren, a las ideas que desarrollan y comparten para dar sentido
a sus vidas en tales circunstancias. Por otro lado, desafían la cuestión de marcar sus límites en
un espacio cartográfico: como muchos otros pueblos, la movilidad espacial –promovida tanto
por su modo de extraer recursos del medioambiente como por las presiones o conflictos que
pudieran mantener con otros grupos sociales– quiebra las ideas modernas sobre la cualidad
rígida de las fronteras (propias, estas, de los estados nacionales surgidos en el siglo XIX). En
este sentido, el pueblo tapiete, como los demás de la gran región chaqueña, invita a pensar los
mapas desde una mirada no solo espacial, sino también temporal. Los mapas serían, entonces,
instrumentos cronológicos para entender el tiempo y la historia, congelados en esa
herramienta para el registro espacial.


martes, 18 de octubre de 2016

Pueblo: Wichí


Este pueblo, aún hoy distribuido en una extensa región del Chaco central y oriental, habla una
lengua que se considera emparentada con la de los chorote y los nivaclé. Comparten además,
con estos otros pueblos, importantes similitudes culturales. A pesar de estas semejanzas,
mantuvieron guerras entre sí hasta su sedentarización y cambio cultural por obra de las
misiones religiosas, principalmente anglicanas, que se instalaron en sus territorios desde 1915
en adelante.

La historia de su encuentro con avanzadas de la sociedad no indígena es similar a la de los
otros grupos chaqueños: sufrieron el acoso de las expediciones militares, particularmente a
partir de 1884 con la campaña del general Victorica y con las que se sucedieron con el
propósito de resguardar el avance de los frentes ganaderos que iban tomando ocupación del
área. La Guerra del Chaco (Paraguay y Bolivia, 1932 a 1935) se desarrolló también en parte de
sus territorios, con las consecuentes migraciones de familias wichí que procuraban huir de las
zonas de conflicto. Asimismo, estuvieron sometidos al reclutamiento para el trabajo en
ingenios y obrajes de la zona. Pero, de este largo proceso, quizás el más dramático es el que se
ha desencadenado desde la década de los noventa hasta el presente en virtud de la
revalorización del mercado de tierras, la expansión de la deforestación y las plantaciones
extensivas de soja así como del trazado de caminos y obras de infraestructura.

Pueblo: Vilela


A lo largo de su historia, los pueblos designados por los españoles como vilela desplegaron una
gran dinámica territorial ocupando la porción occidental del Chaco, el norte de Santiago del
Estero y las porciones adyacentes de las actuales provincias de Tucumán y Salta. Apenas
iniciada la ocupación colonial, algunos grupos fueron incorporados al régimen de encomiendas
y, posteriormente, a las reducciones jesuíticas que se fundaron a orillas del río Salado. Con la
expulsión de la orden, permanecieron asentados en las cercanías de los núcleos reduccionales
mientras que otras agrupaciones se disponían en las márgenes del río Bermejo, para
trasladarse hacia las costas del río Paraná, o bien hacia el norte, para asentarse en territorio
wichí.

Como en la gran mayoría de las situaciones vividas por los pueblos indígenas en la Argentina,
las referencias a la población vilela desaparecieron avanzado el siglo XIX y durante buena parte
del siglo XX. Es posible que, en el caso de este pueblo, su propia fragilidad demográfica y
organizativa se haya sumado a la ideología de la homogeneidad poblacional sostenida por el
Estado, lo que contribuyó a que se distribuyeran en pequeños agrupamientos en regiones
donde otros pueblos eran mayoritarios. Un efecto de estos procesos históricos lo constituye la
ausencia de reconocimiento por parte de la provincia del Chaco sobre la existencia de núcleos
familiares vilela, residentes tanto en el área rural de la provincia como en las periferias de
Resistencia, Sáenz Peña, Machagai o Quitilipi. En la actualidad, existen familias vilela que
residen en Rosario y en el Gran Buenos Aires.

Pueblo: Tonocoté


El pueblo tonocoté exhibe evidencias de ocupación de la región centroccidental santiagueña,
con prolongaciones hacia la actual provincia de Catamarca, desde el siglo VII. En el siglo XVI, su
presencia fue registrada por los cronistas españoles como habitantes “juríes”, un término que
englobaba también a los lule y que hacía referencia a sus prácticas de caza y cría del avestruz
(xuri, en lengua tonocoté). Cultivadores y sedentarios, artesanos textiles y ceramistas, muy
hábiles en la recolección de la miel –producto que componía el intercambio con otros
pueblos–, fueron rápidamente sometidos al régimen de encomiendas, a la “saca de indios” o
traslados forzosos hacia las haciendas o hacia Potosí y, posteriormente, a su reducción en las
misiones jesuíticas del área. La política colonial suprimió los activos intercambios que las
caravanas tonocotés mantenían con las poblaciones comechingonas y sanavironas, diaguitas y,
posiblemente, también con el Alto Perú.

El kakán, la lengua tonocoté, había incorporado parcialmente el queshwa en contacto con las
colonias de agricultores enviados por el inca para ocupar esos territorios. De esos intercambios
surgió el quechua, lengua que luego los españoles utilizarían para sojuzgar a los pueblos e
imponer la religión cristiana, pero que hoy es valorada como un sustento de su identidad
colectiva.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Pueblo: Moqoit (Mocoví)



El mocoví es uno de los tantos pueblos cazadores que ocuparon durante muchos siglos la gran
región chaqueña sudamericana y que manifestaban características muy similares a otros
pueblos de esa área, al menos durante el período en el que su territorio no había sido
penetrado aún por los frentes de conquista y colonización.

Entre estas características se destaca la lengua, por lo que estos pueblos han sido clasificados
como pertenecientes a la familia lingüística mbyá-guaycurú. En el territorio argentino, no son
muchos los que han sostenido su singularidad hasta el presente: qom (o tobas), pilagá y
mocoví. La lengua de este pueblo es el mokoit y, en el siglo XX, comenzó a ser escrita conforme
a normas diseñadas por investigadores de esa especialidad.

Con la llegada de la ocupación española, fueron incorporando elementos de procedencia
europea, dos de los cuales tuvieron especial relevancia en sus transformaciones internas y en
la historia posterior: el caballo y las armas de fuego. La intensidad creciente de la penetración
europea en las periferias de la región chaqueña los condujo a perfeccionar su organización
para la defensa territorial, así como a establecer alianzas con otros pueblos que anteriormente
habían sido considerados enemigos.